El planeta es un receptor emisor poderoso de energías que lo penetran y constituyen y a las que responde.
Lo que sucede, cada mínima expresión de movimiento, es un diálogo entre nosotros y el universo.
Este intercambio de energías fluye naturalmente, y la interrupción o alteración de su libre flujo es la base de trastornos físicos, ecológicos y psicológicos.
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